[NOMBRE Y FECHA DE NACIMIENTO]
Citlalli Aurora Santos Reyes
13 de agosto de 2000
[CIUDAD]
Nanchital de Lázaro Cárdenas del rio,
Veracruz.
[RESEÑA]
Nací
en la ciudad de Oaxaca, Oaxaca. Hija de Javier Santos y Carmen reyes, siendo la
mayor de dos hijos, empecé a sentir pasión por
el arte a mis 6 años cuando conocí la danza folklórica, y la poesía, en
el preescolar… a mis ocho años ya recitaba poesía y bailaba en festivales de
danza. Pero fue a los 12 años cuando empecé a escribir pensamientos, canciones
y cartas, para más adelante después de leer muchas novelas interesarme en la
escritura con fervor, llegue a Nanchital a mis trece años, y me refugie en las
letras, como amigas, desahogo, consuelo y necesidad, escribí más de diez
novelas sencillas juveniles, hasta que encontré la poesía, gracias al magnífico
libro llamado “Baularte” de la poeta española; Elvira Sastre… desde entonces,
me dedique a escribir y compartir mi trabajo, he ido a cafés y espacios para
recitar o leer, los versos nacen de mi para el mundo, los escribo porque no
aprendí a llorar de otra manera, así pues, escribí, escribí, escribí solo para
no morirme.
[LINK'S]
[POEMAS]
EL
RECUERDO DE UN SINFÍN DE BATALLAS ANÒNIMAS
Hay sangre en mis manos,
y mil recuerdos regados,
en mi pecho late el corazón a mil por
hora, y en las calles tan solas,
había el olvido de una vida
orgullosa.
Mis párpados caídos, llueven en
llanto,
el mismo con el que hoy cargo mi manto.
Busque versos tratando de verme
fuerte, pero por dentro siento que me
vence...
miles de canciones resuenan en mis
oídos,
tambores sin sonido,
cuchillos sin filo.
Y yo miro.
Y yo giro,
y yo deliro,
y yo de lirio.
Me siento muy ajena.
Sobre mis cabellos crecen flores,
espinas de colores,
en la espalda mil enredaderas me
atan,
acariciando mi columna para regirme a
ellas.
En mi rebeldía inconsciente de ser
poeta,
verso mi llanto para convertirlo en
fuerza
y me suelto de la rabia para
convertirla en tristeza.
Es entonces cuando nada tiene nombre,
y nacen azules los astros por la
noche.
La aurora equivocada acierta la
mañana y un jueves se descansa.
Y yo apenas miro.
Y yo a penas miro,
y a penas, yo miro.
Amarillo,
amar y yo,
a mar y yo,
a Mary, yo.
Sobre el cristal roto de mi pasado,
donde las primaveras saludaban por
pedazos.
Donde el poema sabía a besos y
relatos.
Y si hubiera sabido cantar los
arrullos,
qué mi madre cantaba,
cuando era niña,
si hubiera sabido cantarlos,
tan sola no estaría en la penumbra
del olvido.
Las azucenas florecerían por julio.
Y mi llanto dulce fuera el camino
para calmar mi martirio.
Allá por noviembre vive mi tía,
con sus rizos elegantes que curan el
alma,
y sus manos tersas que la calman,
se fue de paseo a fuerzas,
seguida por un ramo de balas que le
arrebataron las cuerdas.
Y desde entonces noviembre duele.
Por abril sucedió,
la abuela falleció,
los canarios murieron,
un niño nació...
Descansa en paz
su cuerpo cansado,
y su alma...
Su alma sigue rondando,
por todos los jardines de amapolas
que con su adiós sembramos.
Y desde entonces, abril duele.
Hubo un guerrillero de nombre José,
cabeza fina, machete y una buena fe.
Hacia corazones de madera,
con Encinos, pinos, y ceibas,
construía rieles para los trenes sin
despedida,
donde la vida se iba siempre por la
salida.
A los cien años, José.- murió.- pero
su cuerpo hasta los ciento nueve descanso.
El bastón de madera colgado en su
casa quedó.
Y los versos en estrofa por el aire
dejó.
Aquella guerra de aquel guerrillero
José.
Era tan grande que nunca la pudo
vencer.
Tan interna que se dejó crecer la
tristeza hasta matar la fe.
Y contó las historias de su vida al
revés cerrando los ojos,
como si la noche lo devolviera al
tiempo,
al lugar donde aprendió lo que era el
amor.
Murió en marzo.
Y desde entonces,
marzo duele.
En mis venas un dolor me hace ruido,
mismo que me dice "Versa, Versa, Versa"
y río.
Escribiendo los relatos de un amor
perdido, donde también,
conocí al olvido,
la muerte y sus amigos,
un espiral de emociones me aventó al
delirio, y en libertad, sentí alivio.
La muerte del guerrillero, de mi
abuela, y de mi tía,
se volvió un río de oraciones
inmensas que convertí en poesía,
las nombre a mi manera,
y como si fueran mías,
las bautice a ciegas.
Y todas terminaban en "arte,
irte", y me fui.
Sabiendo que nunca volvería a ser
quien fui.
Así termina mi poema,
con el último verso que me queda, de
aquella vida orgullosa que por las calles merodea.
Susurrando en verso,
"Vive lo que puedas"
hasta que un mes, te duela.
Y aprendas entonces lo que significa,
"Eterna".
DE LAS VECES QUE SOÑARTE NO ES
SUFICIENTE
Contigo el invierno sabe a mar.
Recuerdo tu cabeza pegada a mi regazo
como buscando consuelo,
y tu mirada despistada cuando tenías miedo,
nosotras somos de los que nunca
aprenden a elegir,
y entre disparates decepciones y sin
razones terminamos juntas,
eso es lo que más me gusta de
nosotras así,
en plural,
que somos pura improvisación, y a
medida que te conozco mera inspiración.
Estoy contenta con sentirme de ti sin
serlo,
libre pero contigo.
Recuerdo tu cabello despeinado cuando
caminábamos por la tarde pintando el atardecer, y esa locura tuya de hacerme
enojar, es que quizá por eso me gustes tanto, porque sabes hacerme sentir más
de una cosa,
y me sabes querer como el principito
a su rosa,
estoy segura de que nunca se nada,
pero ¿Que importa saber si eres tú
quien se ha robado mis palabras?
Todo está bien siempre y cuando esta
poesía de ti, llegue a su destinatario,
todo está bien si eres tú quien me
despierte a diario, aún si son los kilómetros los que nos quieran volver
extraños,
es que sí,
somos tan extrañas que te conozco,
ahora suenas en mis canciones
favoritas, en todas mis películas, en las estrellas más bonitas,
te siento a vida,
y no sé porque pero presiento que me
vas a romper el corazón sin antes sanarlo por completo.
Recuerdo...
Cuando a mitad de las discusiones me
tomabas de los hombros y me decías te amo, luego me dabas la razón y leías el
diario.
Tan despreocupada porque sabías, tu
sabías que estabas enamorada y con los miedos en las palmas de las manos
decidiste escribirme.
Contigo el invierno sabe a mar,
contigo duele menos la espera de la
primavera.
Contigo decir sí, es sentirme viva,
incluso si a veces se trata de riesgos.
Ahora lo sé,
desde mis párpados azules.
Me gustas como si nunca hubiera
tenido roto el romanticismo.
Y te quiero, como si nunca antes
fuera a morir.
Recuerdo tu cara otra vez
y te vuelvo a encontrar
insoportablemente para mí.
Y cada mañana al cepillar mis
dientes, pongo todo en orden saco de mi pecho mi tristeza y la limpio a mi
manera para que al verte se convierta en primavera y la nostalgia me haga
escribir cosas bellas.
Porque contigo hasta los huracanes me
saben a arte.
TE PERDÍ
Te perdí,
lo supe al tenerte de frente,
tan linda y radiante, frágil y
embriagante.
En los brazos de alguien más.
Y me dolió, ahí, donde uno ríe cuando
quiere llorar, sentí ganas de gritar, de quitarme la piel de volar.
Pero en silencio me dispuse a caminar
y suspirar como si nunca hubiera pasado nada.
No pude evitar mirarte.
Mientras delicadamente él te regalaba
un beso elegante.
Y olvide respirar,
sigo pensando en tu pelo bajo mi
regazo volando con el viento veloz,
sigo mirando tus ojos en aquel
pasillo lleno de voz.
Sigo besando tus labios aquella tarde
llena de soledad, donde con lágrimas nos juramos jamás regresar.
Sigo pensando en la casa que jamás
tuvimos, en las flores que jamás escogimos, en la cama que jamás dormimos.
Sigo atada al recuerdo de nuestro
catorce de febrero.
Te amo pero no sé me nota, debajo de
mi tristeza existe una cálida sensación; tu boca. Y el carmín regado por la
mejilla.
Pero eres artista, y se ha terminado
la función, el telón bajó, te has ido, y no tuve opción.
Podría estar en cualquier llanura y
me sentiría tan abajo que tocaría el infierno.
Y con los ojos cerrados te veo,
dueles y dueles y dueles.
en mis huesos,
en la piel,
en los besos (que regalo sin sentir,
buscando otros que me sepan a ti) sin embargo en cada uno solo te recuerdo.
Y me siento tan fría que me llaman
invierno.
Si no fuera por la escritura, me
habría suicidado de otra manera menos dolorosa.
Ojalá me hubiera dado cuenta de lo
mucho que te amo antes de perderte,
ahora sólo me queda verte de lejos,
sonriente, con alguien que no soy yo.
No es que te guarde rencor amor mío,
porque es cierto que fue mi culpa terminar así.
No sé en qué momento nos volvimos
ceniza, parecía un atardecer precioso si me miraba en tus pupilas...
Ahora no sé qué hacer con el montón
de versos que escribí para ti, no sé qué hacer con mi poesía sin destinatario,
con estas ganas inmensas de sentirme eterna en tus labios.
No sé qué hacer con el pedacito de
alma que lleva tu nombre... Ni con los besos que he soñado hasta despierta.
Me he perdido en la tormenta, y de
entre toda esta catástrofe, también a ti,
también a ti te perdí.
AMAPOLAS
Sé lo mucho que te gustan las
amapolas, los girasoles y los colores mágicos.
Te pareces al invierno
pero eres tan cálida
como un verano a los dieciséis.
Me gusta mirarte por entre las
ventanas, me gusta sentirte... Aunque sea ajena.
Ahora lo sé después de tanto...
Te quiero con toda la locura
que me conforma,
incluso con la misma
con la que te estoy perdiendo.
Estabas ahí siendo tú,
y yo estaba aquí queriéndote sin
duda.
Tu cabello me recuerda al sol por eso
es que cada que amanece
en la penumbra recuerdo tu figura...
Y despierto entonces pensando,
en tu cabello largo.
Y mis versos que te pertenecen
ya no tienen tu dirección,
se desvían y me hacen sentir dolor...
Me gusta tu nombre;
porque me recuerda a la poesía,
y me gusta tu voz;
porque me calma esta desordenada
vida,
y me gusta tu ausencia;
porque nunca se va.
Y me gusta tu boca;
porque no siempre sabe a mar...
Ahora sé que no supe ser eterna
estando, pero que me hacías sentir inmortal versando.
Miles de suspiros salen de mi cajón,
donde con llave todas las noches
aspiro tu amor,
el que tenías para mí.
Y te miro a lo lejos en mis sueños,
abrazando con fuerza mis anhelos,
tirando del pelo a mis miedos,
y escribiendo mi nombre
con la última vocal incorrecta,
aunque jamás lo sentí tan mío
cómo cuando te conocí,
cuando lo escribiste y me lo
regalaste, ahí fue cuando me sentí de alguien, cuando me sentí de ti.
Pero al verte la cara
no eras tú la que me calmaba.
ni era yo la dueña de tu Alba.
No era nada más que un recuerdo
fantasma,
qué no sabe salir de la casa.
Ahora he escuchado mi canción
y pienso en ti, pienso solo en ti
amor...
Cierro los ojos y voy...
Sobre mis manos con fervor.
Mientras apareces en silencio
haciendo ruido.
En mi cara llueve,
sobre la casa cae nieve,
y afuera hay una maldita primavera.
Me han crecido las raíces y cardos,
en vez de flores y geranios,
tengo tus amapolas
clavadas en mi corazón
como flechas sin color.
Y cada noche es eterna.
Sin embargo al imaginarte,
en mi despierta una emoción de miedo
y odio,
que me hace quererte como nunca
quise,
así... Sin explicación.
Y comprendo que te amo
en todas tus fases,
me alivia el alma saber que te
quedaste para siempre en tu casa,
que es mi corazón azul.
Y tan libre como un cisne,
tan atada como la soga
en el árbol de limones
de la que cuelgan mis alegrías
pasadas.
Tan loca como cuando
te conocí hablando de Van Gogh.
Tan triste como aquella tarde
en tus labios tiritando de llanto.
Tan feliz, como aquella preciosa
que le gusta verme reír
aunque este tan jodida como
inspirada.
Tan callada como cuando concentras tus
odios en algún dibujo y haces arte.
Tan lejana como cuando no estás...
Me gustas así, como una montaña rusa,
como un tren en todas sus estaciones,
Incluso pérdida,
como una batalla en la que jamás
luché.
Y supongo que ya te vas a quedar
como un lunar en este universo
lleno de soledades y locuras
que me conforman.
Sin embargo no puedo estar más feliz
que teniéndote como mi inspiración.
[CUENTO]
LA
VIDA DE SIMON WER
Para
Simón Wer, nunca era un mal día. Cuando caminaba por las calles con sus botas
marrones y su saco gris, lo hacía con una mirada bastante cansada… los vecinos
y gente de la ciudad siempre le preguntaban:
-¿Un
mal día?
Simón,
con una sonrisa de dientes para afuera, daba dos pasos y respondía.
-Una
mala vida, diría yo.
Me
hubiera gustado decir que Simón Wer era un famoso doctor, o un matemático
bastante lunático, que vivía solo en una enorme mansión llena de silencio y
soledad,
En
efecto, vivía solo, en una enorme mansión llena de silencio y soledad, a
excepción de sus dos gatos; lunes, un gato negro con una mancha blanca en el
ojo izquierdo, y domingo, un gato blanco con una mancha negra en el ojo
derecho. Lunes y domingo por otra parte, nunca tenían un mal día, puesto que su
amo los consentía dándoles el atún más caro y la cama más cómoda que cualquier
gato en este mundo podría tener.
Simón
Wer, de 54 años, salía de su casa a comprar comida para sus gatos y el una vez
por semana… era rico por herencia paterna, hijo único de John wer y Alicia
sant… huérfano a los 20, tuvo que hacerse cargo de los negocios familiares,
dejando atrás sus sueños y convirtiéndose en otro muerto más de la familia Wer,
excepto que todavía dormía en cama propia y no en un ataúd, como sus difuntos
padres.
En
esa misma ciudad, a cinco cuadras de la mansión de Simón wer, vivía Amanda Poe,
mujerzuela de 44 años, quien se ganaba la vida dándole placer a los hombres.
Acostumbrada al desprecio de su padre, Amanda creció con la idea de que no
valía nada y que nada excepto el sexo la haría sentir útil en la vida, hundida en su baja autoestima comenzó su
trabajo por mero gusto, con el paso de los años y con necesidad de sobrevivir,
cobraba un precio por tener sexo, en casos como estos determinaríamos que,
Amanda era una prostituta, excepto que como ella misma decía, solo era “mujer
de una noche”.
Existieron
muchas posibilidades de que Simón y Amanda nunca se conocieran, y que como
hasta este momento ambos siguieran sus vidas de la misma manera de siempre. Por
asares del destino o coincidencia mera…no fue así.
De
no ser por el viento de aquella mañana, que desprendió aquella hoja de aquel
árbol, que mojo el saco de Simón justo cuando atravesaba por su sombra en el
mismo instante en que la hoja se atoro en el tacón de Amanda quien se agacho
justo en medio de la banqueta para quitarlo de su calzado, distrayéndose al
mismo tiempo que Simón Wer al momento de sacar un pañuelo para secarse la parte
mojada de su saco gris, de no ser por el tremendo golpe que ambos se dieron al
caer uno encima de otro, y por el golpe extra que Simón wer recibió por parte
de Amanda por colocar su muñeca izquierda en su enorme seno derecho al intentar
apoyarse para levantarse, de no ser por el dolido “AY” que Amanda exclamo al
intentar ponerse de pie, quizá, esta historia nunca hubiera existido, y como
cualquier otra historia que no existe, jamás hubiera sido contada.
Como
si el tiempo se hubiera detenido, o como si Simón y Amanda hubiesen sido fotografiados,
una vez estando de pie, en ese mismo instante, ninguno de los dos se movió, al
otro instante como si le hubiésemos dado play a la película, con el mal humor que caracterizaba
la voz del gran Simón Wer, exclamò:
-Lo
siento, ¿está bien?
Amanda
Poe con el fino lenguaje de cualquier mujerzuela, respondió.
-te
parece que estoy bien después de tener tu anciano cuerpo sobre mí, menudo
inútil.- y se volvió a quejar- ay, creo que me rompiste una costilla.
Simón
wer pocas veces había mantenido conversación con una mujer, peor aún, una
discusión, era torpe y lento, pero de buen corazón tras esa capa de tristeza y
nostalgia, sacando su billetera de la parte trasera derecha de su pantalón, le
ofreció a Amanda Poe dinero.
-¿cu-cuanto
necesita para sus curaciones? Mire, tengo lo que usted me pida, solo pare de
hablar y vaya al médico, bastante he tenido con despertar esta mañana.
Amanda,
tomando el billete de Simón y mirándolo de pies a cabeza, respondió;
-Uh,
vaya que he tenido una mala vida, pero usted mi estimado señor, usted está más
muerto que mi abuelo.
-
no debería referirse de esa forma tan inadecuada a su abuelo, de cualquier
forma, merece respeto.
Vacilando,
Amanda respondió.- y usted merece vivir.
Se
dio la media vuelta y cojeando de la pierna izquierda se fue, Simón, se quedó
parado viéndola alejarse como había visto la mayoría de las cosas que habían
pasado por su vida irse.
De
regreso a casa, no siguió más que el camino de siempre, un poco adolorido pero
con la misma cara sin expresión que parecía pintada en el permanentemente.
Cabe
decir, que Simón wer, no siempre fue así, a sus 19 años, era un joven
aficionado a las artes, magnifico pintor, pianista, soñaba con ser actor, sueño
que fue destruido al morir sus padres y ser el heredero y dueño de los negocios
familiares. Desde entonces, como una flor que se marchita, Simón murió.
Ojala
hubiera dejado de lado su fortuna y seguir su sueño, pero la vida no siempre
pinta rosa, y nadie mejor que Simón lo sabía, a veces tocaba el piano, sus
piezas favoritas eran; watching lara y comptine d'un autre été de yann
tiersen. También era fanático de la
poesía y gran admirador de las pinturas de vincent van Gogh, cualquiera que conozca la vida de Simón Wer
sabrá que es bastante nostálgica como cualquier día de otoño.
Pasaba
las noches imaginándose en los teatros más grandes, como protagonista…sin
embargo, a la mañana siguiente, volvía a la realidad, se cepillaba los dientes,
peinaba su cabello crespo y le lavaba la blanca cara llena de arrugas, se
miraba en el espejo y lo único que veía era el triste azul de sus ojos y las
enormes ojeras que lo hacían sentir aún más cansado, Simón Wer, nunca fue un
hombre guapo, sin embargo tampoco fue feo, era simplemente común. Sus rasgos no
eran finos pero tampoco toscos, tenía la barbilla partida y las cejas muy
pobladas, a su edad aun le quedaba fuerza suficiente para poder correr.-
actividad que nunca hacia.- era estatura promedio, tenía un lunar en el dedo
meñique izquierdo, y uno en la espalda baja, del cual nadie excepto el y su
madre sabían.
Para
un hombre de 54 años, la vida no era más que enseñanza, para Simón Wer, un duro
recordatorio de su trágica existencia.
La
mañana de enero 13, Simón Wer recibió una visita a las 8.00 de la mañana, se
levantó mal humorado puesto que Simón Wer despertaba a las 8 y 18 de la mañana,
para muchos 18 minutos pueden parecer sin importancia, para Simón Wer, eran la
diferencia entre un mal día, de uno común.
Abrió
la puerta con indiferencia y al ver en la puerta a la misma mujer con la que
una semana atrás había tenido un ligero.- un gran.- tropiezo, sintió algo en la
boca del estómago, la mujer quien había ido a casa de Simón Wer, por razones
que hasta el momento este hombre desconocía, le saludo de manera educada,
.-
señor Simón Wer, soy Amanda Poe, vine a disculparme por el antecedente que
usted y yo vivimos la semana pasada, sé que fui muy grosera, por eso heme aquí
reiterando mis más sinceras disculpas, y a preguntarle cómo se encuentre, usted
sabe…
Y
antes de que Amanda Poe pudiera continuar con su discurso, Simón Wer, le
interrumpió.
.-¿Cómo
sabe mi nombre y mi dirección?, ¿Qué es lo que quiere?
Simón
wer nunca recibía visitas (mucho menos de mujeres), era casi imposible que
recibiera visitas de mujeres con las que había tropezado.
Amanda
respondió a Simón un poco más seca que como la primera vez,
.-
Solo vine a eso, pero parece que usted es más tacaño que mi mismo padre,
Simón
Wer sin conocer al padre de Amanda Poe imagino lo tacaño que debió ser aquel
hombre como para compararlo con el…
En
efecto, era un hombre tacaño, machista y borracho, que murió de frio un
diciembre hace ya 8 años.
.-
De cualquier forma, señor Simón, venía a disculparme.
.-Pues
no tiene nada de que disculparse, al contrario, y si me disculpa, aun me
quedan.- reviso su reloj que colgaba en la pared de la sala principal.- catorce
minutos de siesta, lo cual si no le molesta desearía disfrutar.
Dos
cosas debemos saber;
Amanda
Poe no iba disculparse,
y
Simón Wer, ya no era virgen…
“La
vida cansa Simón, por eso debes hacer dinero, así cuándo estés muy cansado los
demás vivirán por ti”
De
alguna forma, Simón sabía que su papa tenía razón, y odiaba que la tuviera, lo
odiaba…
Amanda
Poe se fue en el mismo instante que Simón término de hablar, diciendo;
“pobre
hombre rico.”
Pero,
¿Cómo supo Amanda donde vivía Simón, como supo su nombre?
Había
sido una búsqueda bastante fácil, puesto que todos conocían a Simón, basto con
preguntar por un hombre amargado de saco gris que camina como si estuviera
rendido para saber que es el millonario SIMON WER…quien vive en la mansión de
la esquina de la calle principal.
Sin
embargo, buscar a Amanda Poe, sería sin duda difícil, puesto que apenas era
recordada por su propio padre, ya fallecido, no sería problema para Simón
buscarla puesto que jamás lo haría, ya que no tenía ni la necesidad, pero quizá
si la curiosidad, hubiera deseado que Simón se quedara solamente con la
curiosidad, pero la curiosidad mato al gato, y no precisamente a lunes o
domingo.
Al
pensar en mujeres, Simón se trasladaba a su adolescencia, Daysi, era lo único
que podía ver…
Daysi
pelirroja de boca muy bien delineada amante de los tulipanes naranjas que Wer
le obsequiaba cada sábado era por su puesto, la novia de Simón cuando estaba en
la secundaria, fue con ella con quien perdió su virginidad a los dieciocho, y
con quien supo lo que significaba “doler”.
¿Qué
había sido de Daysi?, era una mujer de casa con dos hijos.- gemelos.- casada
con un doctor bastante reconocido, vivía en parís, era feliz y tranquila.
Simón
Wer, busco a Amanda Poe. ¿Por qué? Bueno, hay preguntas sin respuestas, y esa
también es una respuesta;
“Destino”
Amanda
Poe no creía en el destino-.por otra parte.- difícil de creer, Simón wer sí.
Sin
embargo encontrarla no fue fácil, Simón no hablaba con la gente, ni mucho menos
para preguntar por una mujer, de la cual solo sabía su nombre y apellido y
había tocado uno de sus senos, pasaron días, y Simón pensaba en Amanda, no de
forma romántica, más bien de forma curiosa, eso quizá fue lo que hizo que Simón
siguiera vivo, a veces deseaba que Amanda volviera a su casa con alguna excusa,
sin embargo, Amanda no lo hizo.
Pasaron
los meses, la mirada de Simón ya no era triste, ahora buscaba algo, buscaba a
alguien, salía más seguido, esperaba bajo el árbol, pero para su suerte, Amanda
nunca paso.
Sus
noches ya no eran enteramente para imaginar su fracaso como actor, ahora
también para cuestionarse ¿Cómo es que uno choca con una mujer de una forma tan
torpe y luego le deja de ver?
Hay
cosas que entre más buscamos menos encontramos, y otras que sin hacerlo
aparecen siempre.
Una
noche en especial, Simón Wer se sintió más fracasado que nunca, rendido, triste
y enojado, desquito su ira contra lunes, dejándolo cojo.
Salió
de su casa a las 10.00 pm. (Simon Wer nunca salía de noche) se dirigió al viejo
burdel.- cabe mencionar que Simón Wer nunca había entrado a uno.- y con johann
strauss - el Danubio azul en la cabeza trago saliva y entro al lugar sin aire,
buscando sacar de su cabeza a Poel y olvidar tan atroz pasado que lo mataba a
diario, entonces sin buscar, sin pensar, sin siquiera imaginarlo…ahí estaba,
Amanda
poel, vestida de forma inadecuada.
Puedo
decir con mucha seguridad, que aquel día Simón Wer, volvió a sonreír.
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