Diana Beatriz Noble Pavón






[NOMBRE Y FECHA DE NACIMIENTO] 
Diana Beatriz Noble Pavón
14 de febrero de 1979


[SEUDÓNIMO]
Anim


[CIUDAD]
Achotal, Veracruz


[RESEÑA]
Respiré por primera vez el aire puro de Achotal, Veracruz. Desde que tengo memoria mi infancia estuvo llena de recuerdos agradables. El gusto por la poesía me surge de mi padre con quien comparto la misma afición por los libros y la música. He participado muy poco en talleres como en concursos literarios. Vivo en Coatzacoalcos, estudio y trabajo. Considero a la poesía mi alma gemela, es la sangre moviendo los hilos de mi ser.


[LINK'S]




[POEMAS]


LA LECHUZA QUE PARÍA FLORES

Ojos pardos,
Profundos,
Mirada seca,
Observa mientras expulsa rosas.
Se escucha el clamor del ombligo,
El vientre fragoso,
Se oye sollozar sombras
Pero permanece inmóvil
Aguzando las prisas,
Los lamentos,
Murmullo de la esperanza,
Esa soez espera que
Recuenta su vida,
No tiene cuerpo que fecunde el agua,
Ni echa raíces.
Tan muda viendo parir risitas,
Niños en los triciclos,
Santas con ilusiones,
Orgasmos reprimidos,
Y señales inconclusas.
Su quietud nace a voluntad
Escondido entre venas,
La conciencia,
Parece una esfinge vista
Entre bifocales,
Que a distancia rasgan los huesos,
La madeja,
El alma,
Aquello que vuelve al suspiro mudo.
Ella preña auroras en su bostezo,
Cuando respira,
Si la roza el frío,
O desviste el hambre.
Se disfraza en lenguas auténticas,
Al contoneo de carros,
Los insultos,
La ortografía,
Cuando llueve,
En la música sonante,
Vajillas de ecos
Que envuelven gestos,
Y retazos de sol
En coloridas telas.

Es un animal profiriendo encanto,
Pero no cría pensamientos
O besos,
Un ser inerte pujando horas,
Vigilando flores airadas,
Bulliciosas,
Siluetas moribundas
Carente de belleza
Que traspiran pudor,
Y las destilantes de goce
Con pétalos fúnebres,
Rosas de aromas infieles
De puritanas fragancias
Que no engendran sueños
Ni cumplen antojos
Más, colman de gloria.

Es la obscuridad,
El crespúsculo,
Lechuza de quimera
Que guarda en su canto
La protesta del caído,
La aprisionada suplica,
El ruiseñor de perdón,
La réplica del odio
Camastro,
Y amor.
Todo a la espera del
Sombrío anhelo
Que mece las entrañas,
Los latidos,
Siente,
Se cubre dudosa,
Y sigue callada,
Entre navajas,
Caos,
Aguarda con la carne en hilos,
Con reflejos estáticos,
Llorosa,
Inquieta,
Por el óbito de suspiros,
Nostalgia de su esencia.

Con ojos sigilosos
Cuenta amarguras,
Lúcidos adioses,
Recuenta miradas
Que secretearon ausencias,
Y discretos amores,
Ronronea enigmática
Acuñando dagas,
Soledades voraces,
Fieros recelos,
Etéreas baladas,
Y espíritus de niebla.

Devorando cándidos besos,
La piel intocada,
Antes que las estelas
Que abriga el mar,
Cobijen su paz de olvido
No parirá hijos de miel
Ni diarios inmortales,
Morirá infértil,
Sin ternura,
Excomulgada de relatos
Decadentes de su memoria,
Inventos que en otra vida,
Dará hijos de utopía.





¡MENDIGA!

Eres ésa…
¡La necesitada de una palabra, una lisonja!
¡Pobre de ti!
¡Hambrientas letras que no bastan para aquietar tu hambre!
¡Mendiga de afecto!
¡Miserable!
¡Te ves con fanales de lástima!
¿Qué perverso desayuna tus entrañas y deja dolencia miserable?
¿Qué espíritu zurce tus vísceras y mancilla tu ego en tierra de freza y recelo?
Dime, muñeca suplicante de cortesías,
¿No alcanza a tus sueños el cielo para tejerte alas?
Miras por el espejo indiferente…
¿Qué quieres para ser hermosa?
¡Eres placidez inventada!
¡Mendigas desairando sentires en subastas!
¡En rapacerías del buitre!
¡Carroñeros de ojos!
¡Impostores de sueños!
¡Merenderos de sonrisas!
¡Insulsa, que no te guardas tus lindezas!
¡Mendiga!
¡Loca!
¡Desperdicias el grano en ternuras ficticias!
¿No te cansas de mendigar anhelo merecido?
¡Te vuelve perfecta inmundicia tu autoestima!

Eres imagen devota de las novias abandonadas,
Siempre aguardando,
Como la madre su preñez molar,
El paquidermo su rareza de nacimiento
Y el rocío el atisbo de sol.
Eres ésa…
¡Que retorna victoriosa en engaño!
¡Masoquista!
¡Sigues siendo ésa!
¡Deambulas a paso ausente y riegas tristezas!
¡Lamentada en sarcasmos!
¡Dormida en lecho de tenue impureza!
¡Montada en ilusorios castillos!
¡Mendiga que aclama añoranzas!
¡Artista de fábulas añejas!
¡Y Finales de tártaro!

¡Estúpida joya regalando perla a los cerdos!
¡Me da arrojo el compungir de tu carne por quien no te ve!
¡Furia!
¡Buscas vanamente lo que no has perdido!
¿Qué imbécil criatura acémila no se siente amada?
¡Tú!
¡Sólo tú, pones flores al desprecio!
¡Indiferencia en las pupilas!
¡Rezo en los labios!
¡Méndiga!
¡Perturbada!
¡Me aflige tu carne contusa!
¡Me desarma tu voluntad tangible!
¡Tú ser salvaje!
¿Por qué me importa?
Será, la lluvia que resbala por el rostro del espejo.





CÚSPIDE

No te precisé en la rojiza puesta,
No pinté pasos por los muelles
Ni sonrisa ilusoria de presos,
Menos vislumbré el sigiloso destelle,
Que le perpetró tu cuerpo al cielo,
Cuando dejó por mar hileras de besos,
Mientras se mecían en las olas sirenas,
Y en las nubes unicornios.

No obligué al incesante trueno,
No reforcé las cuevas y cenotes,
Ni reñí al eco para que reposara tu canto,
Menos oí el retumbe de tu anhelo
Que le arrebató esencia al viento,
Cuando partió su reposo tu sublime mirada
Pues ya traías el crepúsculo por pecho
Y galeras de estrellas en los cabellos.

Más,
Quizás,
Fue mi suplica
Imploración amorosa,
Que estas aquí,
Bordando tu nombre en mar quieto,
Cubriendo mí entraña
Como esencia de sol,
Preñando la tierra,
Vientre y esencia.

Juntamos las costillas,
Enredamos los sueños,
Uña con uña,
Vestidos de dunas,
Entonando auroras,
Colmados de paz,
De amaneceres,
Y lunas.

Ya no te sueño,
Te pinto en paredes claras,
En palmeras y cocos
Que repiten tu nombre,
Entre oleadas de lágrimas
Se exalta el alma,
Porque te encontré
En laberintos distantes
Y te respiro,
Entre azahares
Como savia.





DESAHOGO

Llorar por ti,
Es un océano malgastado,
Como aquel que compra un par de zapatos y es cojo,
¡Así de miserable es el sentimiento cuando se entrega a quien no sabe apreciarlo!

Llorar por ti,
Son estrellas descuajadas,
Como el ciego que pide colores y pinta arcoíris de su ceguera,
¡Que despreciable puede sentirse alguien cuando tiene frente así aquel que no la ve!

Y yo,
Me he cansado de inundar mares,
No quedan en mí hijos de primavera,
Ni retoños,
Solo tengo inviernos congelando lágrimas,
Para un témpano mudo y ciego.

¡No debo llorarte más!
¡Has secado mis cuencas!
¡Siento como si nunca hubiera tenido ojos!
¡Me nombraste emperatriz de tuertos!

¡Ay, amor sentido!
¡Te hubieras quedado anudado en mis costillas!
¡Sepultado en mis venas!
¡Ay, sentimiento ignorado!
¡Te hubieras muerto de tajo!
¡Porque hay muertes que merecen gloria y deleites que entierran vivos!

Pero,
Hasta para gimotear necesito ojos,
Y a mí,
Solo me quedan penas,
No hay más lagos,
Ni ciénagas,
Donde desembocar lágrimas.

Me lanzo a la razón del nirvana,
Enraízo mis pies al árbol,
No hay invención que cure el llanto,
Que tiene mi corazón ahogado.






V I A J E

El amor que nació entre guayabas,
Que se encuentra sin búsqueda,
Es el más cruel…

Así llegó como el rocío al capullo,
Penetrando indiscreto mi alma,
Como quien desmerece al tiempo y sin embargo bosqueja el futuro al paso.
Ahí estamos los dos reconociéndonos
O quizás, solo creímos,
¿Qué edad teníamos?
No lo sé, pero olía a inocencia…
Dolían los huesos de tanto sonreír,
Se apareaba el tiempo,
La espontaneidad,
Como si el derroche de ilusión preñara el aire sujetándome al cielo, 
Y aquellos besos,
Delicia de señores los probé todos,
Algunos como limón en la ostra,
Otros, de atardeceres,
Parecía melaza en mi boca,
Brasas en mi lengua.
Toda yo transpiraba su garbo,
Felpó mi cuerpo a su hombría
Su vientre me refugió,
Poseyó más que sueño,
Carne y anhelo,
Yo me hastié de sus ansias,
De su ímpetu viril,
Nos escogimos como frutas de stands,
Bebimos saliva del otro,
No distinguía si era su olor quien se impregnaba en mi piel o las guayabas en la mesilla.

Si el amor es sublime como un ocaso,
Entonces estábamos enamorados,
Colmados,
Hilo y aguja.
Olerlo,
Tocarlo,
Fue viajar a demencia y regresar de estacazo a la razón,
Él era mi vaso de agua,
La pasión que muere y nace a momentos.
Debimos quedarnos así,
Abrazados,
Anudándonos estrellas en la cintura,
Soñando…

Sí, nos conocimos una tarde,
¿O fue de noche?, ya no sé,
Yo conté mil días,
Y sí, el amor era cándido pero la mente tejió las redes,
Las soltó lejos como los anzuelos de los viejos,
Como los suspiros de las quedadas,
Lejos como la inmensidad,
Pero cerca como pezones de putas estrujados por mil manos,
Así, de un tajo descuajó el hálito del ente,
Como Dios me volvió a polvo.

¿A dónde fue el sentimiento?
¿Se mudó de mi cuerpo?
¡Ay, que dolor respirar!!
Recordar…

Que difícil no verte sobrando ojos,
Oírte en las retoricas voces,
Rozarte en las serviciales manos,
¡Ay, dolías como las muelas podridas!!
Pero eras mío,
Como otro diente.

Salté, grité, imploré,
No flaquearon tus pupilas,
Te revestías en siluetas ajenas,
Y con el alba parías orgasmos,
¿Dime, no soy masoquista que asenté la biografía de tu savia?
Te sonreí y no miraste,
Te buscaba los ojos y solo había oscuridad,
Llegué al infierno,
Besé la cera,
Y no hubo respuestas.
¿Cómo podía ser esto amor?
¿Cómo aguanta un corazón vivir sin orgullo?
Sin dignidad,
Deseo,
Había muerto mi ego,
Quería borrarte,
Pero dolías,
¿Te quitarías un ojo para que tu cólera insensata crea aquello que te niegas?
Ahí estaba la prueba en las puertas de los locos,
De los sufridos,
De los asesinos,
Podía olerte cuando doblabas la esquina,
Cuando subías al tren,
Si dormías
O te ibas con el día,
Ese olor me llevaba a ti,
Y a tu olvido.

¿Qué es más deprimente que la espera?
¿Los segundos…?
Yo solo veo galeras llenas de gente,
Perros vagando,
Sabanas vacilando al viento,
Años burlones recitando los días,
Repicando tú nombre,
Deseándote,
Hallándote en mi piel,
En la hojarasca,
Siguiendo tú armónico recuerdo,
A vista de la carroña,
De las sombras inicuas,
Hostigo al sarcasmo de vivencia distante,
De tu partida,
En los despojos,
En aquel citado “ser”.

El amor que nace entre guayabas,
Que no se busca,
Es el más cruel…

Cuerda la pasión se atenuó en el viento,
Rendida encontré mi lado malévolo,
El encanto perturba las mentes a tal costo que es fácil comer alpiste de cualquier mano,
Rasgaba mi entraña con roces nuevos
Anclé mis ganas a cien puertos,
Derramé fantasía,
Lujuria,
Engaño,
Te maté completo.
Embriagué cada huella con otro sexo,
Reemplacé palabras falsas con otras,
La sensación de ser amada es un manjar que se saborea lento,
Como esa emoción de un preso liberado,
Como la mariposa deja su cubierta,
O el perro que escapa a su dueño,
Así podía sentirme,
Toda yo, mujer.
Pero dentro…
En el hígado,
En las venas,
Seguía el otro,
Podía olerle a distancia,
Su olor era penetrante,
Inconfundible,
Salivaba imaginándome su piel rosetón,
Los pigmentos surcados en su rostro,
Volvía a estremecerme,
Y dolía,
Como los presos despidiendo las puertas,
Como las novias de rancho,
Cerca del edén pero palpando la perdición,
Maldigo las guayabas que te nombran,
Que te claman,
¿Cómo puedes corazón latir por quien te mata?
¿No recuerdas que ya amé?

¡Ay, es crueldad dudar!!
Suspirar…

Que deprimente  el elogio ajeno,
No hay miel que supla un sabor agrio,
Ni cuerpo que apague brasas cuando es frío.

¡Ay, quema tu ausencia como sal en la llaga!!
Quiero olvidar…

Lo intento y decaigo,
Dueles,
Me agrietas la piel,
Me succionas el aliento como una losa al cuello,
Como seguramente los gusanos devoran la carne,
Y los sedientos odian el desierto,
Así me dueles.

¿Por qué no matarme de tajo?
¿Por qué ser el asesino que la mártir no olvida?
Eres fusil para mi pecho,
Sabio aniquilas de poco,
Un disparo por nombre,
Adusto golpe por lágrimas
¿Con qué sangre fría te cubres, para gozar cada segundo de mi agonía?

Ahora comprendo,
Lo veo,
Amarte es parir hijos que no lloran,
Ramas que no florean,

¿Qué pensabas que haría al perderte?
¿Solo comer guayabas?

¡Maldito su sabor dulce que conservó mis labios con todo y semillas!
¡Culpable!
¡Culpable por arrullarnos esa monda tarde y pintar sueños fugaces cuando moría de dicha!

Que deleite sulfura mi carne por tu ausencia,
Tu apatía,
Por ésta congoja inflamada,
Quiero correr,
Huir de la finura,
Adentrarme al yo,
Encontrar mi boscaje
Sin pasado,
Ni sufrimiento,
Quiero olvidarte,
No más frutales o raíces,
Nada de olores y esquinas,
Solo mis pies tocando la hierba
Volar,
Esconderme en el todo.
Eso quiero,
Y busco.

Ahí dejo mi reflejo
Junto a mi abdomen rancio,
Sin fruto,
Ni historias,
No hay bocetos que causen alegría,
Tampoco terror,
Soy una escuálida figura con un recuerdo estático,
Añejo,
Penosa figura entre cascaras verdes,
Blancas,
Con el aroma propio en la memoria y el espíritu,
Sin mucho que inventar,
Lloré, lloré como una niña cuando le quitan sus guayabas,
Gemí como un vientre sin hijo,
Como cristales quebrándose sonó mi ser,
Nada que liberar,
Solo el espejo burlón.
Me senté a esperar que la otra,
La que me miraba en silencio me salvara,
Olvidara,
Surgiera única,
Invaluable
Ella,
Mi Mantis.

El amor que muere entre guayabas,
No resucita,

No es cruel…



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